23 febrero, 2020

El Rey Ricardo y el Príncipe de los Ladrones

Son dos leyendas medievales, inglesas, pero que representan perfectamente esta sociedad estamental en la que nos movemos. Dos son los temas principales sobre las que giran: las Cruzadas y los feudos.


Empecemos por el Rey Ricardo (1189-1199), hijo del rey Enrique II de Inglaterra. "El diablo" había logrado conquistar Jerusalén en el verano de 1187. Así era como llamaban al califa musulmán Saladino, quien cumplía su promesa de devolver al Islam la mezquita de la Cúpula de la Roca, donde según la tradición Mahoma ascendió a los cielos. Cuentan los cronistas que el Papa Urbano III, cuando se lo contaron, murió de la impresión.

El nuevo Papa Clemente VII pide ayuda a todos los nobles europeos para que ayuden a contener a Saladino, quien amenazaba a otras ciudades cruzadas como Tiro o Antioquía, dejando a un lado sus guerras. Sería la III Cruzada.
Retrato de Saladino, en un libro musulmán del siglo XV.
    Uno de esos nobles cristianos que se unen fue el conde de Poitou y duque de Aquitania, nuestro Ricardo. Después de conquistar Sicilia y Chipre, llega a Tierra Santa en 1188. Directamente va al sitio de Acre, la ciudad en manos musulmanas que los cristianos tenían cercada. Junto a tropas de su padre, del rey francés y del Emperador austriaco, la ciudad se rinde (capitula) con tres condiciones: 

  • Dejar libres a 1.500 prisioneros.
  • Pagar 200.000 monedas de oro.
  • Devolver la Santa Cruz, donde había muerto Cristo.

    Sus peleas constantes con el resto de reyes europeos hicieron que se quedase solo en la defensa de la recién conquistada Acre. Saladino no pagaba lo pactado, y para presionarle escoge a 3.000 prisioneros, los lleva al borde de la muralla y, a la vista de las tropas musulmanas, les mata uno a uno. 

    Ricardo Corazón de León marchó a su verdadero objetivo: recuperar Jerusalén. Tras derrotar de nuevo a Saladino, ve que quizá conquistar la Ciudad Santa sea demasiado. Empieza la diplomacia, y al final pensó que conquistar Jerusalén podría ser fácil... pero ¿y mantenerla como cristiana? ¿Se podría durante mucho tiempo? Seguramente no.

    Cansado, enfermo de extrañas fiebres y con su trono inglés en peligro por su hermano Juan Sin Tierra, Ricardo Corazón de León decide volver, acordando con Saladino el libre tránsito de cristianos a los Lugares Santos el 2 de septiembre de 1189.



    Y este Ricardo se une al mítico Robin Hood. Se cree que no sería una persona, sino que realmente se llamaban así a los salteadores (ladrones) de caminos que estaban en los bosques ingleses.

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