28 febrero, 2022

Las armas de Felipe II (2ª parte): los espías

Felipe II no solo contó con la fuerza bruta de sus Tercios, sino que necesitó de más herramientas para mantener su imperio. 

Felipe II.

Una de estas armas costaba anualmente muchísimo dinero y recursos: su servicio de espionaje. Gestionada directamente por el rey Felipe II, y su Consejo de Estado (especie de ministerio de Asuntos Exteriores), revisaban quién podía ser su agente, cuánto costaría y cómo harían llegar su información. Asimismo, contaban con un servicio de correos nunca visto hasta entonces.

Felipe II revisaba absolutamente todos los informes secretos ("avisos" se llamaban en la época) que llegaba de sus agentes por toda Europa. Alguna vez eso le jugó una mala pasada, como no ver el informe que le llegó avisándole del ataque inglés a Cádiz de 1589.

Los nombres de los agentes fueron muy variados: desde el embajador Bernardino de Mendoza hasta Edward Stafford, pasando por Urbizu, Creswell, Renzo, Khevenhüller o Margliani, esclavos, herejes o diplomáticos, y mujeres como las infantas (sus hijas) o la desconocida Águeda de Arbizu. 

Bernardino de Mendoza, uno de los jefes de espionaje hispano.

Pero hubo otros más conocidos, que llevaban información y acciones sin levantar sospechas a Felipe II, como los autores Lope de Vega o Miguel de Cervantes, quien después de una misión en Argel (1582) pidió seguir con otro trabajo de espionaje, pero fue rechazado... y optó (felizmente) por la literatura.


Con Inglaterra los espías hicieron, pese a todo, un buen trabajo. Se logró que el embajador inglés en París, sir Edward Stafford, fuese un agente doble. Aprovechando las deudas de juego que tenía el sir inglés, se le pagó para que diese toda la información que le llegase de Londres, y además dio información falsa a sus superiores sobre Felipe II, presentándolo como un monarca que quería la paz cuando, secretamente, estaba organizando la Armada Invencible.

Gracias a sus agentes, se trazó un plan milimétrico para invadir Inglaterra, pero una mala coordinación entre tropas de tierra y marítimas dio todo al traste. No obstante, Inglaterra sabía de la Armada Invencible, pero nunca supo si se iba a desembarcar en el sur de Inglaterra, en Irlanda o en Escocia.


Isabel I de Inglaterra.

Mientras los piratas ingleses, como Drake o Raleigh, amenazaban a los navíos españoles, se intentó devolver la jugada a lo grande: se trazó un plan para envenenar a la Reina Victoria, pero cuando supo que había 6 personas (¡6!) que conocían el plan, lo dio por fallido porque eran demasiadas personas... Así fue finalmente, terminando con el ahorcamiento y descuartizamiento de los 15 católicos implicados el 20 de septiembre de 1586.


En Francia se intentó que Isabel Clara Eugenia, hija del emperador español, accediera al trono francés antes de que hubiera otro rey que amenazara su imperio. 

También se hizo con un mapa de los asentamientos franceses en Florida, que supusieron la invasión perfecta y su anexión a la Corona hispana de esta península americana.

Otro asunto fue Antonio Pérez. Su antigua "mano derecha" huyó con secretos de Estado después de un asesinato en el que se vio implicado hasta el mismísimo Felipe II. Pérez saltó de Aragón, donde se refugió en un principio, a Francia. Ahí interviene el agente del emperador Sebastián de Urbizu, que intentó sin éxito asesinar a Antonio Pérez.

Antonio Pérez.

La red llegaba hasta el Imperio Otomano. No solamente llegaba a Madrid qué ocurría en la Corte otomana, sino que también se sabía las intenciones de Solimán, los movimientos de sus tropas y de su flota... por lo que se pudo saber dónde estaba la flota turca en 1571, en Lepanto.


Ahora es el turno de las actividades:

I) ¿En qué escenarios se despliega la red de espías hispanos?

II) ¿Qué ocurre con el embajador inglés en París?

III) Investiga por qué Antonio Pérez y Felipe II se enemistaron.

IV) ¿Cómo resultó el intento de magnicidio de Isabel I?

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